«Es posible que nuestra mente diga: Yo no te conozco. Pero el corazón sí le conoce.»
Brian L. Weiss
Nos vemos en la próxima vida. Te dije antes de salir de la habitación, pero te voy a pedir un favor, en la próxima vida encuéntrame pronto y vamos a saltarnos la parte de enamorarnos. Ya vimos que como pareja somos un desastre, pero sí que sabemos amarnos incondicionalmente como amigos. En esa vida reponme los años que me quedaste a deber en esta, que pocos no son.
¿Te dije que me he amarrado los dedos para no mandarte videos en TikTok como solíamos hacerlo diario? Y es que todavía no sé qué me duele más, si el detenerme a mandártelos o el que sé que se quedarán ahí, varados sin respuesta.
Hoy revisé nuestra conversación de WA con la esperanza tonta de que tu hora de conexión cambie, vuelvo a leer todo lo que me escribiste, creo que para extrañarte menos. Escucho tus audios y tus risas porque supongo que al final eso es lo que más extrañamos, lo más habitual, lo más sencillo, lo que damos por sentado, algo tan cotidiano como la risa de alguien.
Hoy empecé a escuchar un podcast de tanatología, para entender un poco más tu partida y dejar de reclamarle tanto a la vida; esa que tú siempre decías que era muy sabia. Sé que si te lo pudiera contar me dirías «pinche ridícula», porque pues a ti las cosas te pegaban diferente, pero siempre supiste que yo soy una chillona. En fin me quedo con una frase que escuché «Yo no elegí lo que pasó, pero sí escojo la actitud con la que lo enfrento».
Hoy estuve unos minutos en mi jardín; mi mejor amiga, que también está viviendo un duelo, me dijo «Aunque suene a cliché, te juro que siempre están con nosotros, incluso más cerca que antes y lo vas a sentir”. Y no sé si estabas o no ahí pero no pude evitar decir un «te amo», de esos cotidianos como cuando colgábamos el teléfono.
Amanecí con un pésimo humor, sí, más del habitual; porque sé perfecto que eso es lo que estás pensando. La tanatóloga dice que hay una terapia de duelo llamada «narrativa» y supongo que la empecé antes, sin saberlo. Se supone que si lo escribes e intentas escribir todos los días, entonces dejas de mentir y comienzas a aceptar. Pues bueno… hoy no tengo ganas de que nadie me hable, de que nadie me pregunte ¿cómo estás? Porque la realidad es que no sé como estoy. Me gustaría mucho no sentirme enojada pero no puedo… todavía no.
No te he escrito en varios días, pensé que ya estaba en la parte de la aceptación pero hoy tuve… ¿cómo le llamarías? ¿una recaída?. Te extraño tanto, creo que aún no asimilo que jamás voy a volver a verte o a reírme contigo o de las cosas graciosas que siempre te pasaban. Creo yo que porque todo lo hacías rápido y hoy lo entiendo; hay almas que simplemente tienen prisa por vivir.

Deja un comentario